ella en sí no es un martirio,
ni se convierte en un mal sueño...
cuando estaba sola y respiraba por mí
de frente la tropezaba,
y saludándola con ironía
la veía por ahí...
Ahora que mi respiro compartido está,
alguna noche se convierte en un mal sueño
que me hace de un salto despertar...
una mirada a mis pequeños, una caricia en su cabello,
una plegaría al Cielo me es imposible no dar:
Permitid que ellos crezcan para poderte tropezar.
La muerte es el epilogo que todos tenemos en nuestro libro, la cuestión es cómo hemos ido terminando cada capítulo que hemos escrito.
ResponderEliminarUn abrazo